Thursday, September 6, 2018

En Marruecos se cumplen los sueños


Blanca Irene Arbeláez

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Today, 7:22 PM
Blanca Irene Arbeláez (alondradealcala_5@hotmail.com)
Empecé a ver las luces artificiales,  había llegado a Casablanca,  lo habían anunciado hace media hora,  en árabe y en francés, supongo porque lo único que entendí fue Casablanca. Emocionante llegada,  buscar entre los que esperan el rostro amable de quién por segunda vez será mi guía y mi todo. Después de una dulce bienvenida llego al hotel. Mi guía se va y al día siguiente salimos. Vuelvo a ver y a sentir la cordialidad de los habitantes marroquíes. En la tarde un helado tan grande que en la foto nos cubre dejando ver sólo parte de nuestra cabeza.
Llegué justo en la semana que hay una fiesta muy importante, la fiesta del cordero ( Eid al Adha). Me llena de alegría porque como nueva musulmana es algo novedoso, en mi cultura hay fiestas parecidas, pero con menos sentido religioso. Desde la ventana de mi habitación escuchaba un cordero balar,  pero no era de dolor por haber quedado medio muerto, esperaba turno para ser sacrificado. No escuché gritos ni lamentos como cuando sacrifican los cerdos para Navidad en la cultura occidental. 
Ese día los dos nos vestimos de blanco,  lo veo hermoso con su túnica blanca,  parecíamos dos palomos que se iban a casar.
Las calles estaban muy solas y no vi mujeres, pero hombres con la ropa ensangrentada y con cuchillos largos muy afilados. Cualquiera que no sepa lo que pasaba, podría decir horrores. Parecía que recien llegaban de la guerra. En las esquinas vi como un montón de cobijas de lana. Eran las pieles de los corderos, las mismas que usan para hacer los atuendos de invierno que usamos en América del Norte.  Cuando por fin tomamos un taxi, después de haber caminado un rato, pude ver que en algunos edificios de viviendas  secan la ropa en cuerdas y ventanas; por un momento pensé  estar viendo una escena de Pereira o cualquier ciudad de Colombia donde tienen esta costumbre. 
Unas vacaciones llenas de emociones diferentes cada día. La llegada donde la familia de mi prometido (Mi guía y mi todo). Estaba ansiosa porque la primera impresión es muy importante,  de ahí se derivan conclusiones y opiniones que pueden ser favorables o no. Fue mejor de lo que esperaba,  el beso, el abrazo, apretón de manos, la barrera del idioma no impidió que nos comunicáramos, el lenguaje del cuerpo, miradas y ademanes. No podíamos esconder tanta felicidad. Te amo M.
Aún faltaban algunos miembros de la familia por conocer.  Compartimos  la mesa con la deliciosa cena de Tahjine, más tarde té,  después la siesta y algo muy importante que no podíamos olvidar en medio de tanta euforia: la oración. El siguiente día el hermano mayor nos invitó a la finca, después de esperarlo más de cuatro horas llegó muy puntual. Viaje de una hora aproximadamente en carro, me encontré con el ambiente que me remontó a mis años que de niña viví. El viejo aljibe para sacar el agua, los caballos, los burros silbando y las gallinas trabajando duro la tierra para encontrar lombrices. Otra familia donde me recibieron con mucho cariño, me hicieron sentir como parte de la familia. Y la gran sorpresa en la mañana del segundo día de descanso: desayunar en el jardín. Una mesa con mantel blanco, la tetera,  el olor a menta (planta que en mi país le llaman "quereme  o sigueme "), el omelette, el pan,  aceite de oliva, las olivas, mantequilla y mermelada, todo me parecía un sueño. El canto de los pájaros a nuestro alrededor,  el sol que doraba nuestra piel a través de las ramas del árbol de olivo, son las cosas que enamoran. En la tarde visitamos a otro de sus hermanos en una finca vecina.  Otro ser lleno de virtudes,  amable sonrisa,  piel bronceada,  sonrisa abierta y espontaneidad en sus palabras. Almorzamos donde un vecino, qué delicia,  siempre es un deleite cada plato. Después del té nos fuimos a recoger verduras de la parcela donde mi cuñado cultiva los productos que consume. 
Después de la comida,  el té nuevamente y luego la siesta,  ellos dormían o pretendían hacerlo, entonces logré de tomar una foto. 
Al regreso a la ciudad, cada quien para la casa. Fuimos a la playa, disfrutamos del hermoso clima y el viento. Pensaba que las mujeres y hombres entraban a disfrutar del mar en grupos separados, pero me encontrè con un lugar como en todas partes del mundo, burkini, bikini, cuerpos lindos y otros normales. Ya teníamos planeado una escapada a Marrakech para un dulce pecado,  Pero como es amor, es perdonable.  Le digo entonces que estamos es ensayando porque pensamos casarnos muy pronto, en mi cultura es costumbre,  en la cultura de él,  no está bien.
Vence mi voluntad su desnudez, las ropas ansiosas por caer, y no me puedo negar a tus antojos. Nos deleitamos y nos amamos en medio de la oscuridad. Nadie lo sabe, seremos los únicos?  No
Disfrutamos de la locura de la plaza Jemaa el-Fna. Allí encuentras desde una aguja hasta un camello. Comimos en las mesas al aire libre, tomamos jugo natural y nos topamos con turistas de todos los países. Las luces, los olores y sonidos le dan vida a este lugar, hace que sea tan famosa. No quise foto con las culebras ni los monos. Me da pesar ver estos pobres animalitos aguantando sol, quizá hambre y trabajando en un ambiente que no es su hábitat. No me pises el vestido, le decía a mi guapo guía, se reía,  pero imagino lo que pensaba: por enana.
No pensé encontrar “guarapo” en tan lejano país, algo que pensé era solo de Colombia, allí estaba el guarapero, vendiendo su jugo de caña con limòn y dos cubitos de hielo para mitigar la sed a 40 grados centígrados. Dimos unas buenas caminadas por entre las diferentes callejuelas repletas comercio: lámparas, ropa, especias, restaurantes, Hamman, de todo. El idioma no es problema para los vendedores, lenguaje corporal y muchos hablan español e inglés, aunque la lengua que predomina es el árabe y francés. Hasta dos horas tuvo que esperar mi pobre compañero de viaje para que me arreglaran el cabello, aunque después lo cubrì con el velo. Lo incòmodo de andar en el zoco son las motos que por cierto con tanta habilidad se escurren entre los peatones, hasta risa me causò ver a las mujeres de motoristas con su manto ondeado por el viento, y eso sumado a todo lo que observè, es todo lo contrario de lo que se habla del mundo musulmán. Aunque Marruecos es punto aparte, están muy modernizados sin perder su identidad cultural.
Así iban llegando al final mis vacaciones.  Al regreso a Casablanca me llevó a un sitio donde venden el mejor Tahjine,  lo mejor de todo fue recibir de su mano el primer bocado,  mimos que me da. Al fondo un señor tocaba un instrumento de cuerda que no recuerdo el nombre. Después del Tahjine té.  No queríamos dejar este lugar,  entonces me antojé de café,  no sólo el café de sus ojos, café marroquí con menta. No pudo ir al aeropuerto por la hora,  demasiado temprano,  pero cuando fui a despedirme de la familia, en la puerta del primer piso y a oscuras me dio el beso y el abrazo, beso del cual conservo su sabor. Ahora preparo de nuevo mi equipaje,  en menos de dos meses,  volveré,  Inchallah…