En Marruecos se cumplen los sueños
Blanca Irene Arbeláez
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Today, 7:22 PM
Blanca Irene Arbeláez
(alondradealcala_5@hotmail.com)
Empecé a ver las luces artificiales, había
llegado a Casablanca, lo habían anunciado hace media hora, en árabe
y en francés, supongo porque lo único que entendí fue Casablanca. Emocionante
llegada, buscar entre los que esperan el rostro amable de quién por
segunda vez será mi guía y mi todo. Después de una dulce bienvenida llego al
hotel. Mi guía se va y al día siguiente salimos. Vuelvo a ver y a sentir la
cordialidad de los habitantes marroquíes. En la tarde un helado tan grande que
en la foto nos cubre dejando ver sólo parte de nuestra cabeza.
Llegué justo en la semana que hay una
fiesta muy importante, la fiesta del cordero ( Eid al Adha). Me llena de
alegría porque como nueva musulmana es algo novedoso, en mi cultura hay fiestas
parecidas, pero con menos sentido religioso. Desde la ventana de mi habitación
escuchaba un cordero balar, pero no era de dolor por haber quedado medio
muerto, esperaba turno para ser sacrificado. No escuché gritos ni lamentos como
cuando sacrifican los cerdos para Navidad en la cultura occidental.
Ese día los dos nos vestimos de
blanco, lo veo hermoso con su túnica blanca, parecíamos dos palomos
que se iban a casar.
Las calles estaban muy solas y no vi
mujeres, pero hombres con la ropa ensangrentada y con cuchillos largos muy
afilados. Cualquiera que no sepa lo que pasaba, podría decir horrores. Parecía
que recien llegaban de la guerra. En las esquinas vi como un montón de cobijas
de lana. Eran las pieles de los corderos, las mismas que usan para hacer los
atuendos de invierno que usamos en América del Norte. Cuando por fin
tomamos un taxi, después de haber caminado un rato, pude ver que en algunos
edificios de viviendas secan la ropa en cuerdas y ventanas; por un
momento pensé estar viendo una escena de Pereira o cualquier ciudad de
Colombia donde tienen esta costumbre.
Unas vacaciones llenas de emociones
diferentes cada día. La llegada donde la familia de mi prometido (Mi guía y mi
todo). Estaba ansiosa porque la primera impresión es muy importante, de
ahí se derivan conclusiones y opiniones que pueden ser favorables o no. Fue
mejor de lo que esperaba, el beso, el abrazo, apretón de manos, la
barrera del idioma no impidió que nos comunicáramos, el lenguaje del cuerpo,
miradas y ademanes. No podíamos esconder
tanta felicidad. Te amo M.
Aún faltaban algunos miembros de la
familia por conocer. Compartimos la mesa con la deliciosa cena de
Tahjine, más tarde té, después la siesta y algo muy importante que no
podíamos olvidar en medio de tanta euforia: la oración. El siguiente día el
hermano mayor nos invitó a la finca, después de esperarlo más de cuatro horas
llegó muy puntual. Viaje de una hora aproximadamente en carro, me encontré con
el ambiente que me remontó a mis años que de niña viví. El viejo aljibe para sacar
el agua, los caballos, los burros silbando y las gallinas trabajando duro la
tierra para encontrar lombrices. Otra familia donde me recibieron con mucho
cariño, me hicieron sentir como parte de la familia. Y la gran sorpresa en la
mañana del segundo día de descanso: desayunar en el jardín. Una mesa con mantel
blanco, la tetera, el olor a menta (planta que en mi país le llaman
"quereme o sigueme "), el omelette, el pan, aceite de
oliva, las olivas, mantequilla y mermelada, todo me parecía un sueño. El canto
de los pájaros a nuestro alrededor, el sol que doraba nuestra piel a
través de las ramas del árbol de olivo, son las cosas que enamoran. En la tarde
visitamos a otro de sus hermanos en una finca vecina. Otro ser lleno de
virtudes, amable sonrisa, piel bronceada, sonrisa abierta y
espontaneidad en sus palabras. Almorzamos donde un vecino, qué delicia,
siempre es un deleite cada plato. Después del té nos fuimos a recoger verduras
de la parcela donde mi cuñado cultiva los productos que consume.
Después de la comida, el té
nuevamente y luego la siesta, ellos dormían o pretendían hacerlo,
entonces logré de tomar una foto.
Al regreso a la ciudad, cada quien para la
casa. Fuimos a la playa, disfrutamos del hermoso clima y el viento. Pensaba que
las mujeres y hombres entraban a disfrutar del mar en grupos separados, pero me
encontrè con un lugar como en todas partes del mundo, burkini, bikini, cuerpos
lindos y otros normales. Ya teníamos planeado una escapada a Marrakech para un
dulce pecado, Pero como es amor, es perdonable. Le digo entonces
que estamos es ensayando porque pensamos casarnos muy pronto, en mi cultura es
costumbre, en la cultura de él, no está bien.
Vence mi voluntad su desnudez, las ropas
ansiosas por caer, y no me puedo negar a tus antojos. Nos deleitamos y nos
amamos en medio de la oscuridad. Nadie lo sabe, seremos los únicos? No
Disfrutamos de la locura de la plaza Jemaa
el-Fna. Allí encuentras desde una aguja hasta un camello. Comimos en las mesas
al aire libre, tomamos jugo natural y nos topamos con turistas de todos los
países. Las luces, los olores y sonidos le dan vida a este lugar, hace que sea
tan famosa. No quise foto con las culebras ni los monos. Me da pesar ver estos
pobres animalitos aguantando sol, quizá hambre y trabajando en un ambiente que
no es su hábitat. No me pises el vestido, le decía a mi guapo guía, se
reía, pero imagino lo que pensaba: por enana.
No pensé encontrar “guarapo” en tan lejano
país, algo que pensé era solo de Colombia, allí estaba el guarapero, vendiendo
su jugo de caña con limòn y dos cubitos de hielo para mitigar la sed a 40
grados centígrados. Dimos unas buenas caminadas por entre las diferentes callejuelas
repletas comercio: lámparas, ropa, especias, restaurantes, Hamman, de todo. El
idioma no es problema para los vendedores, lenguaje corporal y muchos hablan
español e inglés, aunque la lengua que predomina es el árabe y francés. Hasta
dos horas tuvo que esperar mi pobre compañero de viaje para que me arreglaran
el cabello, aunque después lo cubrì con el velo. Lo incòmodo de andar en el zoco son las motos que por cierto con tanta habilidad se
escurren entre los peatones, hasta risa me causò ver a las mujeres de
motoristas con su manto ondeado por el viento, y eso sumado a todo lo que
observè, es todo lo contrario de lo que se habla del mundo musulmán. Aunque
Marruecos es punto aparte, están muy modernizados sin perder su identidad cultural.
Así iban llegando al final mis
vacaciones. Al regreso a Casablanca me llevó a un sitio donde venden el
mejor Tahjine, lo mejor de todo fue recibir de su mano el primer
bocado, mimos que me da. Al fondo un señor tocaba un instrumento de
cuerda que no recuerdo el nombre. Después del Tahjine té. No queríamos
dejar este lugar, entonces me antojé de café, no sólo el café de
sus ojos, café marroquí con menta. No pudo ir al aeropuerto por la hora,
demasiado temprano, pero cuando fui a despedirme de la familia, en la
puerta del primer piso y a oscuras me dio el beso y el abrazo, beso del cual
conservo su sabor. Ahora preparo de nuevo mi equipaje, en menos de dos
meses, volveré, Inchallah…