Navegando y navegando, crucé el océano en busca de un puerto donde anclar, sentía mi cuerpo desvanecerse ante la incertidumbre del amor perdido, sólo quedaban recuerdos: un beso, una noche sin consumarse; pero como una luz lejana, brisas del pasado me traían nuevas esperanzas, aquello tan añorado, volvía a mi vida.
Friday, January 28, 2011
El destino de un guante
Con la prisa y la agitación del día
cuántos guantes se extravían
Un guante perdido nunca encontrará su compañero y
aunque se combine con otro, ya no será igual.
Cuántos guantes perdidoscomo amantes solitarios tristemente destinados
al olvido, al oscuro tarro de la basura.
Guantes de seda, guantes de cuero,
guantes de lana, guantes de cirugía
y hasta guantes de acero,
y tantos terminarán separados...
Sólo los guantes de boxeo
detestables, parecen mantenerse
juntos. En cambio
el guante suave que calienta la mano en el invierno
será inútil entonces
cuando sea primavera.
BLANCA IRENE ARBELAEZ
cuántos guantes se extravían
Un guante perdido nunca encontrará su compañero y
aunque se combine con otro, ya no será igual.
Cuántos guantes perdidoscomo amantes solitarios tristemente destinados
al olvido, al oscuro tarro de la basura.
Guantes de seda, guantes de cuero,
guantes de lana, guantes de cirugía
y hasta guantes de acero,
y tantos terminarán separados...
Sólo los guantes de boxeo
detestables, parecen mantenerse
juntos. En cambio
el guante suave que calienta la mano en el invierno
será inútil entonces
cuando sea primavera.
BLANCA IRENE ARBELAEZ
Mientras cae la nieve
Apresurada en medio de la multitud, avanzo.
El frío penetra por mi abrigo y entra hasta mis huesos,
congela mi mandíbula, corta mi respiración, impide modular mi voz.
Veloz, el viento estruja mi cabello.
Me fascina caminar sobre el helado algodón,
como entre nubes, dejarme caer sobre ellas
todavía níveas, nítidas.
En horas
serán barro derretido, asqueroso lodo.
Cuando la nieve se desvanece al caer
y baja la temperatura
simula una capa de cristal,
espejo que te atrae
y a gran velocidad te deslizas
esquiando como principiante:
¡ Caes..!
pero te levantas y continúas
balbuceando, maldiciendo y sin embargo,
amas esas lágrimas gélidas
que se desprenden de la reja de tu ventana.
Simplemente lo aceptas,
simplemente te gusta.
Es atractiva sobre los hombros negros del abrigo,
mientras caminas sobre cúmulos y sientes
purificado el aire que respiras.
Blanca Irene Arbelaez
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