Apresurada en medio de la multitud, avanzo.
El frío penetra por mi abrigo y entra hasta mis huesos,
congela mi mandíbula, corta mi respiración, impide modular mi voz.
Veloz, el viento estruja mi cabello.
Me fascina caminar sobre el helado algodón,
como entre nubes, dejarme caer sobre ellas
todavía níveas, nítidas.
En horas
serán barro derretido, asqueroso lodo.
Cuando la nieve se desvanece al caer
y baja la temperatura
simula una capa de cristal,
espejo que te atrae
y a gran velocidad te deslizas
esquiando como principiante:
¡ Caes..!
pero te levantas y continúas
balbuceando, maldiciendo y sin embargo,
amas esas lágrimas gélidas
que se desprenden de la reja de tu ventana.
Simplemente lo aceptas,
simplemente te gusta.
Es atractiva sobre los hombros negros del abrigo,
mientras caminas sobre cúmulos y sientes
purificado el aire que respiras.
Blanca Irene Arbelaez
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