Monday, January 16, 2012

CÓMO DEBEMOS MORIR

 (Dibujo diseñado por Jennifer Bauman)

    Cuando las funciones biológicas terminan su ciclo, también acaba la vida de nuestro cuerpo. Al igual que de la educación sexual,  hasta hace unos años era casi un tabú hablar sobre la muerte. 

Sin embargo, en nuestro tiempo,  es cada vez más natural y práctico asumir el tema con todo lo que significa, sin eludir las realidades que tarde o temprano debemos afrontar. Se vive cada instante pero la totalidad de la existencia puede disolverse en unos segundos. Mas de igual manera, podemos hacer que ese instante final nos llegue menos como accidente que como consecuencia de un devenir, de un proceso natural en el cual la vida haya podido alcanzar su mayor plenitud.  
    Todos los seres humanos tenemos organismos acondicionados para que funcionen de modo más o menos igual,  pero el metabolismo de cada individuo es lo que hace la diferencia, pues como ya se ha comprobado científicamente son nuestros genes y su código los que determinan todos los procesos químicos en la transformación de la energía de los alimentos para que actúen de forma diversa. Hay factores que también modifican el metabolismo: la edad,  el estrés, el trabajo físico desgastante y el clima frío (que lo aceleran); el sueño,  el ejercicio y el ambiente sanos (que lo regula); aunque los órganos que más influyen sobre él son la glándula tiroides y el hígado, por la importancia decisiva de las funciones bioquímicas que realizan. 
Cuando hay  equilibrio entre el cuerpo humano y estos factores,  hay salud; lo contrario nos llevará siempre a un estado permanente de enfermedad (enfermedad como manifestación de la desarmonía interior del cuerpo y su entorno) y aun a la muerte misma.
       Prepararse para vivir lo más sano posible no es tan difícil si se lleva una alimentación balanceada y se duerme las horas suficientes. Asegurarnos por lo menos de llevar una vida normal sin mayores consecuencias o complicaciones con el paso de los años depende básicamente de nosotros mismos porque la mayoría de las veces somos responsables de nuestra salud por lo que comemos. No hay que olvidar nunca lo que dijo Hipócrates: “Que tu alimento sea tu medicina y tu medicina tu alimento”. No hay frase más sabia y práctica. (...)

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